Poner en valor el juego libre y espontáneo
El juego en nuestra sociedad actual está poco valorado, juego libre y espontáneo, incluso se ve como una perdida de tiempo. A los y las peques se les llena sus horas fuera del horario escolar con más actividades dirigidas y pensadas para conseguir una nota a final de curso. Actividades extraescolares, deportes, clases de repaso para hacer deberes, etc.
Muchos estudios han demostrado sus múltiples beneficios y sus ventajas sobre cualquier otro tipo de aprendizaje infantil. Para beneficiarse de todas sus cosas buenas el juego se debe de practicar de forma libre, espontánea y autorregulada. Sin fines ni objetivos marcados, simplemente el fin de pasarlo bien y con las reglas que creen los y las participantes en él. Pero con el “desarrollo” de esta sociedad nos hemos ido dando cuenta que el instinto de jugar, al no desarrollarlo plenamente, lo estamos perdiendo. Los niños y niñas no tienen espacios para desarrollarlo libremente. Vivimos en ciudades tomadas por los vehículos, donde se transmite la idea de miedo a estar en espacios abiertos y nos estamos acostumbrando a quedarnos en casa “jugando” con aparatos tecnológicos, juegos dirigidos y con normas establecidas exteriormente. Sin contar, como hemos dicho al principio, el tiempo que roban al juego las clases extraescolares y los deberes.
Como nos dice Heike Freire “deberíamos tomarnos el juego más en serio” e intentar conseguir un equilibrio entre el juego libre y el desarrollo tecnológico.
¿Debemos enseñar a nuestros/as peques a jugar?
Hay muchas veces que lo hacemos inconscientemente con la excusa de evitar que se equivoquen o que no se entretengan en otras cosas superfluas, o para evitar que pierdan el tiempo. Tenemos que hacernos conscientes que cualquier “ayuda” externa lo que consigue es crear confusión en el juego. Heike Freire nos dice “Para crear orden, los pequeños necesitan partir del desorden, para hacer algo correctamente, es preciso que se equivoquen, para construir su mundo primero deben destruir el que nosotros les brindamos”. Debemos asumir que dentro de si mismos tienen todos los recursos, sabemos que es difícil reconocerlo cuando estamos rodeados de “expertos y profesionales” de todo.
Durante su tiempo de juego no hace falta que les aprobemos verbalmente con un “muy bien”. Simplemente es necesario que estemos presentes, dejándonos sentir, esto ya es un acto de amor para ellos y ellas. Claro está que siempre debemos ayudarlos si reclaman nuestra ayuda, pero evitar el dirigir, seducir o sugerir algún cambio en su juego.
¿Qué tipo de juguetes?
Existen dos tipos de juguetes:
– los estructurados, los cuales ofrecen pocas opciones de juego porque suelen dirigir el juego y por lo tanto limitan el desarrollo de la creatividad. Son juguetes prefabricados que les roba el placer de crear algo por sí mismos. ¿Donde se encuentran estos juguetes? En los súper y tiendas de juguetes.
– los no estructurados: no tienen un fin concreto, permiten un juego más abierto y libre de estructuras marcadas como”apretar botones”. Son muy buenos para desarrollar la fantasía, la imaginación y motivan a moverse. La naturaleza es un gran proveedor de juguetes de este tipo como son: palos, piedras, tronquitos de madera, corcho, semillas, piñas, conchas…. También en casa puedes encontrar materiales no estructurados para jugar como son: cajas, cartón, rollos de papel, pinzas, yogures vacíos, tapones de plástico o de corcho, hueveras, telas….muchos objetos que para algunos es basura para los peques puedes ser la oportunidad de vivir una aventura maravillosa.
También puedes jugar con tus hijos a hacer tu propia pintura y a experimentar con los colores. Con la remolacha puedes conseguir rojo, con el musgo cocinado conseguimos el verdes y amarillos, con tierra y barro tenemos el marrón…. Hay infinidad de posibilidades.
Y para terminar, volver a lo que hace unas semana comentaba mi compañera Elena Brocalero sobre repensar los espacios de juego tanto a modo particular en cada familia como en los patios de los colegios. Debemos pensar que estos espacios de juego deben satisfacer las necesidades de naturaleza de los y las peques, para poder desarrollarse plenamente. Que la zona de juego tenga zona de arena y vegetación, para poder hacer canales, túneles, hoyos, montañas… Zonas con arboles, arbustos y setos donde puedan escalar, correr y saltar sin miedo a caerse. Zonas donde puedan construir, destruir, crear y reconstruir con elementos de la naturaleza. Hacer zonas de juego mas naturales y menos artificiales al ser humano.
Escrito por Laura Casla – Baobab Espai Comunitari
Basado en el libro de Heike Freire “Educar en verde” y en el blog Tierra en las Manos “Porque todos los niños deberían jugar con materiales no estructurados”
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